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Para mi, las personas especiales son aquellas
capaces de cambiar tu vida en un
instante.

Te protegeré cueste lo que cueste,
¿qué parte de eso aún no has entendido?

No pretendo entrometerme,
pero lo que quiero
son soldados, no a
Romeo y Julieta

sábado, 1 de febrero de 2014, 16:03
I - Te debo una.

La arena de la playa era blanca, fina y con cada movimiento, acariciaba los pies descalzos de Brooke. A escasos metros, el mar se encontraba calmado y ya a penas quedaban olas. Muchas personas se retiraban a sus casas después de pasar un día en la playa.
Cuando creyó que al fin se encontraba sola, alzó la vista. Tenía las piernas agarrotadas y calculó que llevaría al menos una hora sentada en postura fetal cerca de la orilla. Por un momento se sintió ridícula. Después, recordó el por qué se hallaba en esa situación y la ira regresó a ella. Por un instante el viento se agitó, haciendo que las palmeras cercanas se tambalearan y las olas llegaran de una forma mas rápida y fuerte a la costa.
Cálmate. - Pensó. - En cierto modo, ésta vez te has pasado, te has comportado como una idiota otra vez y has salido corriendo sin mirar atrás. Lo correcto ahora sería volver a la casa, disculparte con Glory y Sherman y hacer que esto nunca ha sucedido...

Por un momento vaciló. Después, en lugar de levantarse, dejó caer su espalda y contempló el cielo azul oscuro. A lo lejos, un nubarrón se aproximaba a la costa. Posiblemente la tormenta la pillaría de regreso.
En ese instante, cerró los ojoss ojos y dejó soltar un suspiro.
Mierda Brooke, eres tonta. Has salido corriendo aún sin conocer este lugar. ¿Cómo piensas regresar ahora?
- ¡Odio mi vida! - Gritó. De nuevo abrió los ojos y se puso en pie. A lo lejos, en el mar, vio algo bastante colorido que luchaba por salir a la superficie . Las olas llegaban ahora con una fuerza increíble y una de ellas levantó aquel misterioso objeto y lo expulsó hacia la orilla. Era un trozo de tabla de surf.
¿Era posible que hubiera alguien en el agua?

Si había alguien ya no podía verlo. El cielo se oscurecía poco a poco y el mar no parecía tener intención de calmarse. Una vez más cerró los ojos y entró en la oscuridad. Entró en la Nada.
Cuando Brooke era pequeña, acostumbraba a temer a la Nada. Después de todo, allí no hay nada, solo oscuridad. Con el paso del tiempo, la entrada y salida de ésta se había hecho mucho más frecuente y formaba parte de su vida cotidiana, era el lugar en donde ella estaba al alcance de todo lo que no podía tocar. Unos cuantos metros más allá distinguió una silueta negra flotando en lo que supuso, sería el mar.
Corrió hacia ella. Tenía forma humana. La arrastró hasta lo que creía que era la arena. Si cometía el más mínimo error, ella podría acabar ahogándose también. Cuando estuvo bien segura, dejó la mente en blanco y abrió los ojos. A sus pies yacía el cuerpo de un chico. Llevaba un mono de neopreno y el pelo le tapaba la cara. Aún parecía respirar, simplemente estaba inconsciente.

Brooke se agachó y sin delicadeza alguna, le pegó una bofetada. Él tosió repetidas veces y abrió lentamente los ojos. Sus ojos eran de color azul y su pelo era del mismo color que el café con leche. Bien mirado, vestido de una forma decente y sin esa capa de arena, a Brooke le hubiera parecido mono e incluso guapo.
El chico murmuró algo y volvió a cerrar los ojos. Brooke le dió una segunda bofetada.

- Esa ha dolido - Masculló.
- Oye, ¿tú eres tonto o algo así? - Dijo ella sin la menor delicadeza, poniéndose en pié y colocando los brazos en jarra. - ¿A quién se le ocurre meterse al agua con esas olas? ¿Tienes idea de lo que te hubiera pasado si yo no hubiera estado aquí?
- ¿Y cómo me has sacado? - Preguntó él. Aún tenía los ojos cerrados y seguía tirado en el suelo. - Ni siquiera estas mojada

Brooke vaciló.

- ¡Esa no es la cuestión! - Consiguió decir al fin a la par que él se ponía en pié. Visto ahora, el era más alto que ella. Brooke apenas le llegaba a la altura de los labios, por lo que el tuvo que bajar la cabeza levemente para mirarle a los ojos, ella sin embargo apartó la mirada hacia el mar. - Eres un maldito desagradecido.
- Eres un poco rara, ¿te lo han dicho alguna vez?
- ¿Pero tu me estás escuchando? - Gritó y le miró a los ojos directamente. Tuvo que subir un poco la cabeza para ello. Parecía que iba a estallar y comenzaría a gritar nuevamente cuando el le puso la mano sobre la cabeza. Por un momento se sintió ridícula.
- Bueno, tranquila. Gracias y todo eso.

Ella no contestó. Se limitó a mirarle, sin embargo no apartó su mano de la cabeza. Por un instante se sintió calmada y nada parecía importarle. Él desvió la mirada hacia el trozo de tabla de surf que las olas habían arrastrado hacia la playa y lo recogió del suelo. De nuevo miró a Brooke y sonrió. Una gota de agua calló del cielo.

- ¡Gracias! - Dijo mientras salía corriendo en dirección contraria. - ¡Te debo una!.

Brooke se limitó a mirar como desaparecía a lo lejos. Unos segundos después estalló una gran tormenta y ella corrió en la dirección por la que creía haber ido cuando había salido corriendo.






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